Considerando un cerramiento que separa dos ambientes, el coeficiente de transmisión térmica es el flujo de calor por unidad de superficie y por grado de diferencia de temperatura entre los dos ambientes (U= 1/Rt). La resistencia térmica total del componente constructivo (Rt), será la suma de las resistencias térmicas de cada capa, junto a las resistencias térmicas superficiales correspondientes al aire exterior e interior (obteniéndose mediante tablas que aparecen en el Código Técnica de la Edificación DB HE1 según la posición del cerramiento, la dirección del flujo de calor y su situación en el edificio).
Continuando con la semejanza cuerpo humano–edificio, las articulaciones entre los huesos suelen ser los elementos más vulnerables o expuestos a las variaciones de temperatura y humedad; lo mismo ocurre en los encuentros entre distintas partes de un edificio. Normalmente los edificios que solemos habitar están formados por varios materiales diferentes que poseen de distintas conductividades térmicas, por ejemplo: hormigón armado, cerámica (ladrillo), vidrio, madera, etc., estos cambios de materiales se denominan puentes térmicos y si no se tratan correctamente suelen desembocar en problemas de condensación superficial en épocas frías.
Los principales puentes térmicos que podemos encontrar en un edificio son:
- Puentes térmicos en el propio cerramiento: Pilares, huecos, persianas.
- Puentes térmicos entre distintos cerramientos: forjado-fachada, cubierta-fachada, cimentación-fachada, tabique interior-fachada.
Si queremos que nuestra vivienda alcance rápidamente las propiedades de confort necesarias para la vida sin excesivas pérdidas energéticas, se deben tomar medidas tanto de protección de los puentes térmicos (con el fin de que no se produzcan pérdidas de calor por ellos), como de mejora de la envolvente térmica de la vivienda para que su transmitancia térmica sea suficiente como para almacenar la temperatura y humedad.